La experiencia más similar a volar que puede vivir una persona es volar en parapente. Muchos lo describen como una aventura única y emocionante, que no deja a nadie indiferente. Permite observar la belleza de los paisajes desde las alturas, casi como lo hacen los pájaros, obteniendo otra perspectiva de la naturaleza que de otra manera pasaría desapercibida y que, sin duda, merece la pena conocer.
A través de este artículo, desde Tirolina Valle de Tena te damos todos los motivos por los que deberías volar en parapente.
Razones por las que volar en parapente
Sensación de libertad
Volar en parapente es la forma que una persona tiene de estar suspendido en el aire con mayor libertad, más que montando en un avión, un helicóptero o un globo aerostático, y mucho más que saltando desde un paracaídas.
Actividad segura
Al contrario de lo que muchas veces se piensa, volar en parapente no entraña mucho mayor riesgo que cualquier otro deporte. Lo importante en este caso es contar con profesionales que conozcan a fondo los pasos a seguir para realizar esta actividad sin incidencias y de forma 100% segura, así como cuáles son las condiciones meteorológicas óptimas para desarrollar el vuelo y el lugar más propicio para llevar a cabo esta aventura en función de dichas condiciones.
Tratándose de tu primera vez volando en parapente, lo ideal es reservar tu asiento en un parapente biplaza o tándem, en el que disfrutarás de una experiencia inigualable de la mano de un monitor que ejercerá de piloto. Tú solo tendrás que preocuparte de seguir las instrucciones del monitor y de disfrutar al máximo la experiencia de forma relajada y placentera.
Sensación de paz y calma
Al contrario de lo que pueda parecer, una vez que tus pies se separan del suelo, los posibles nervios generados en los momentos previos al despegue se quedan en una mera anécdota. De repente, te alejas de los ruidos y pasas a escuchar solamente el sonido del aire empujando el parapente, te concentras en la belleza del paisaje, y tu cuerpo queda en un estado de calma y relajación absoluto.
Es lógico y habitual sentir miedo antes de comenzar la experiencia, sobre todo si se trata de la primera vez. Lo desconocido siempre es sinónimo de temor, pero también de adrenalina. Pero lo cierto es que volar en parapente es una de las actividades aéreas más seguras y excitantes que puedes practicar. Todo aquel que prueba esta experiencia queda satisfecho y, en muchos casos, no duda en repetir, sobre todo los más jóvenes.
No hay sensación de vértigo
Además, aunque puedas pensar que el parapente no es lo tuyo porque tienes vértigo, no debes preocuparte por eso. En el momento en el que tus pies se separan del suelo y quedas suspendido en el aire, no hay posibilidad de tener vértigo, pues tus pies no se apoyan en ninguna superficie y tampoco cuentas con ningún punto de referencia del que creas que puedes caerte.
Sin embargo, no se recomienda volar en parapente a aquellos que tengan miedo irracional a las alturas, esto es, que puedan sufrir ataques de ansiedad si sus pies no se apoyan sobre la tierra.
Apto para todos los públicos
Además, se trata de una aventura apta para cualquier persona, incluidas personas mayores y con disfuncionalidad. El único requerimiento es que la persona no tenga problemas de corazón. En cuanto a los niños, el único requisito es que sean mayores de 14 años, tengan el peso requerido para un vuelo seguro y cuenten con la autorización de sus padres.
¿Cómo es el proceso de volar en parapente?
En cuanto al proceso que sigue la actividad, existen tres fases fundamentales. El primer paso consiste en ascender la montaña que después bajaremos con el parapente, acompañados de los monitores y del resto de compañeros dispuestos a vivir la experiencia.
Una vez lleguemos al lugar elegido por los monitores para realizar el despegue, los profesionales procederán a dar las instrucciones que deberemos seguir para llevar a cabo la actividad de forma segura y sin contratiempos, pudiendo disfrutar al máximo de una experiencia inigualable.
Llegado tu turno para el despegue, lo único que tendrás que hacer es concentrarte en seguir las instrucciones del monitor y correr a su lado desde el momento en el que te lo indique con el parapente a vuestra espalda.
A pesar de lo que suele pensarse, lo cierto es que para comenzar el vuelo con parapente no es necesario correr hacia un acantilado y tirarse al vacío, sino que es suficiente con correr por una cuesta con la pendiente suficiente para iniciar la suspensión en el aire lentamente. Lo que ocurre en la mayor parte de los casos es que el pasajero no se da cuenta del momento en el que se inició el vuelo.
Pues bien, una vez ya estés en el aire, solo queda lo más fácil, disfrutar al máximo la aventura y no perderte ninguno de los detalles que la naturaleza nos ofrece. El tiempo que pasemos en el aire dependerá de si se trata de tu primera vez en parapente y de las condiciones meteorológicas, si bien no suele superar los treinta minutos.
El último paso consiste en aterrizar, de lo que solo tendrá que encargarse el profesional que te acompañe.